miércoles, junio 11, 2008

El espíritu del discurso del 21 de mayo, más allá de la tradición

Desde tiempos del Presidente Arturo Alessandri Palma se comenzó con la tradición político-histórica de informar al país ante el congreso pleno los actos que ha ejercido el gobierno, con un objetivo de ejercer el control del poder ejecutivo, por parte del poder legislativo.

Recogemos la idea central que señala la evolución de esta práctica en el tiempo, en razón de que hoy en día es más bien el concepto contrario: El congreso escucha los anuncios de la Presidenta y es ella quien selecciona lo que informa o no informa, sin mayor control.

Observamos que el discurso del 21 de Mayo pierde el sentido de cuenta pública, porque con los esperados anuncios sorpresa, además de imponer la agenda legislativa, elude la función de fiscalización que el congreso debería hacer y de la misma forma este tampoco lo asume a cabalidad.

Si reflexionamos más allá del deber constitucional de este discurso, todos los 21 de Mayo, en términos de instancia comunicacional de un gobierno hacia la ciudadanía, es la única oportunidad que tiene el país para enterarse en forma seria de los proyectos de desarrollo que se tiene para avanzar.

Qué representa o significa el discurso del 21 de Mayo

En una mirada analítica de forma, un discurso completo de informe debería sintetizar lo que un gobierno ha hecho y no lo que va a hacer. No se cumple el objetivo original que hemos extraído de los comienzos de esta actividad en 1925 al hacer anuncios futuros con medidas sorpresa. Si se permite el símil, esto nos recuerda el “viejito pascuero” ofreciendo regalos que dejan algunos niños conformes y a otros desconformes.

El empoderamiento del congreso es relevante si consideramos su rol fiscalizador y nosotros consideramos que eso a su vez, tiene relación directa con el empoderamiento de los ciudadanos de nuestros derechos sobre el poder. Ante el congreso, corresponde que exijamos a nuestros parlamentarios las informaciones sobre los resultados del proceso legislativo y de rol fiscalizador.
En la actualidad, el discurso es de carácter simbólico y tradicional, que ha redundado en aspectos cercanos al marketing y si bien cumple la función de centrar la atención del país en el gobierno una vez al año, no despierta más allá el interés por estudiar los grandes lineamientos de la política en los ciudadanos.
A nuestro juicio, un discurso presidencial del 21 de mayo debiera constituir la síntesis del seguimiento que hacemos a las medidas del gobierno, no debería constituir una sorpresa para nadie, sino responder al juicio responsable que nos hagamos todos los ciudadanos, inscritos o no inscritos, partidarios o detractores, de lo que se está haciendo con nuestro país.
Suponiendo que no se pueda prescindir de los temas a futuro, quisiéramos plantear una forma de discurso presidencial que abarque la siguiente estructura:

1. Temas del pasado
2. Temas actuales en ejercicio
3. Temas futuros

Un discurso que incluya estos aspectos de diferentes tiempos, podría separar las medidas que se han tomado, que se están tomando y que se tomarán, de manera que así no se confunde a la ciudadanía y es más fácil analizar y concluir.

Adicionalmente a esta estructura, nos permitimos proponer una sintonía más fina con los organismos de estudio que existen en el país, tales como Centros de Pensamiento, Universidades, Institutos, etc. Probablemente como un anexo al discurso más profundo, que aparezca en un archivo especial dentro del sitio web del gobierno.

Por otro lado, si optamos por la línea de volver al sentido tradicional de rendir la cuenta sin abordar temas a futuro para no deslumbrar con cifras, propondríamos lo siguiente:

- Separar los tiempos de gestión, la cuenta para el 21 de mayo y por otro lado un nuevo discurso presidencial con los planes del gobierno en otra fecha emblemática: El 11 de marzo.
Autores

Alvaro Jorquera Felipe Durán Rodrigo Cabrera
Centro de Pensamiento Estudiantil (CEPES)